
Me interesan mucho el análisis y la resolución de problemas, tengo una cierta obsesión con encontrar soluciones adecuadas a los problemas, no sé si tiene que ver con que dentro de mi habite un pequeño ser adicto al perfeccionismo, pero me obsesiona tratar de encontrar métodos o herramientas que faciliten la búsqueda de soluciones adecuadas a los problemas. Así que cada vez que encuentro una técnica o un consejo que me puede ayudar en este sentido, ese pequeño ser hace sonar una campana en mi interior que me indica que tengo que guardarlo en mi caja de herramientas para resolver problemas. En este y en los siguientes posts te voy a hablar de algunos de esos tips que he ido guardando, se trata de pequeños «trucos» por así decirlo, que te pueden ayudar en tu trabajo diario cuando te enfrentas a un problema para tratar de solucionarlo.
Muchas de las cosas de las que te voy a hablar son sencillas, pero recuerda que lo sencillo no está reñido con lo útil y que la suma de muchas cosas sencillas te pueden convertir en un/a gran expert@ en algo. La finalidad de las pequeñas herramientas que te voy a ir explicando es que aprendas a analizar los problemas de una manera en la que no bloquees la creatividad cuando en un momento posterior pretendas generar alternativas de solución. Porque la creatividad va a ser a partir de ahora nuestra nueva mejor amiga en el trabajo, nuestra compañera preferida, esa que nos trae un cafecito cuando ya no podemos más y el cansancio no nos permite seguir, la creatividad es ese chute de cafeína que te pone las pilas y te llena de eficacia cuando pensabas que ya no eras capaz de más.

Pues vamos allá con el primer tip, empezaremos por una cuestión básica, cuando tratas de definir un problema tienes que evitar incluir en la definición del problema la posible solución. Quizás pienses que no lo haces, pero muchas veces caemos en el error de definir un problema como la falta de determinados medios que podrían darle solución, por ejemplo, «no hay una escuela», «no hay un centro de salud», etc. (Ortegón, Pacheco y Roura, 2005). Esto genera problemas a la hora de proponer las posibles soluciones aunque en un primer momento pueda parecer que lo que estamos haciendo es allanando el camino, lo que ocurre es que quizás esa solución no es la más adecuada o que ni siquiera resuelva el problema.
«Hay que evitar confundir un problema existente con la falta de una solución, ya que en planificación esto lleva a encarar prematuramente una opción determinada sin examinar otras alternativas»
(Ortegón et al., 2005)
Te pongo un ejemplo, tenemos un problema en el barrio de acumulación de basuras, pero nosotros definimos ese problema como «no hay camiones de basura suficientes». ¿Qué soluciones te vienen a la mente si yo te digo que el problema es que no hay suficientes camiones de la basura?, pues lo primero en lo que piensas es que la solución es comprar un nuevo camión de la basura. Si la definición del problema contiene la posible solución, tu cerebro va a acudir a la respuesta obvia sin tratar de buscar otras alternativas.
Hay algo que no nos enseñan en la carrera (por lo menos en mi caso) y que es muy importante cuando en tu trabajo buena parte del tiempo te dedicas a tratar de resolver problemas. Ese secreto que no te cuentan es que tu cerebro es un gandul, un vago, un alérgico al trabajo, su función es ahorrar el máximo de energía posible y eso supone tomar decisiones en base a lo que ya conoce o a lo que le resulta obvio, porque no implica hacer el desgaste de energía que lleva consigo estrujarse la cabeza para tratar de generar soluciones nuevas.
Volvamos al ejemplo, si definimos el problema como «no hay camiones de basura suficientes», tendremos tendencia a optar por la solución implícita en la propia definición sin tener en cuenta otras posibles alternativas. Si definimos el problema de una manera más abierta, como por ejemplo que existe una acumulación de basura en el barrio, podremos explorar otras posibles causas del problema que nos llevarán a soluciones diferentes a la de comprar un camión recolector. Podemos llegar a la conclusión de que la causa del problema es que existe un mal diseño de rutas, o que existen pocos puntos de recolección de la basura en el barrio o que hay algún problema en la manera en cómo se realiza la operación, lo que nos puede llevar a soluciones distintas a la de comprar un nuevo camión. Este nuevo enfoque a la hora de definir el problema nos ha permitido acceder a otras posibles soluciones, soluciones con un coste menor y quizás más eficientes que la compra de un nuevo camión (Ortegón et al., 2005).
Si la definición del problema ya contiene la solución, matamos toda la creatividad del proceso de generar posibles soluciones, porque el cerebro va a tender a quedarse con la primera respuesta a la que llegue, que va a ser la más obvia. Repítelo conmigo y recuérdalo siempre»mi cerebro es vago y tengo que obligarlo a explorar alternativas», este va a ser tu nuevo mantra cuando quieras analizar un problema, «mi cerebro es vago y tengo que obligarlo a explorar alternativas» OMMM.

Si por el contrario definimos mejor el problema, facilitamos el que el cerebro no se centre en una única solución y podemos tratar de explorar otras posibles alternativas, que es una de las claves de la creatividad, el ser capaces de generar múltiples soluciones a un mismo problema.

Consejo, para facilitar un mejor análisis del problema, intenta no definirlo usando estas estructuras «no hay…», «falta de …», porque con ellas estás definiendo el problema como la falta de medios concretos para darle una solución. Habrá momentos en que no puedas definir un problema sin emplear estas estructuras, sobre todo si lo que estás haciendo es una lluvia de ideas para tratar de enumerar diferentes subproblemas que conforman un problema mayor, pero sé consciente de que tienes que tratar de explorar otras posibles soluciones además de esa que planteas al definir el propio problema.
Hasta aquí el tip de hoy, espero que lo recuerdes y que te ayude en tu trabajo. Nos vemos en el próximo post con otro truco consejo, bueno, bonito y barato. Si te ha resultado útil y te animas a comentar ya sabes que ando por aquí. :))))))))))))))))))))))
Referencias bibliográficas:
Ortegón, E., Pacheco, J.F. y Roura, H. (2005). Metodología general de identificación, preparación y evaluación de proyectos de inversión pública. Santiago deChile: Naciones Unidas.
Laura, me encanta el post, es claro, útil y con un toque de frescura! De lectura amena y provechosa… seguiré leyéndote
Gracias por compartir tus trucos!
Cuanto piropo bonito, muchas gracias Rocío!!!!. Espero que los próximos también te gusten 😀