SOLTAR EL CONTROL Y ABRAZAR LA INCERTIDUMBRE

¿Cómo sería soltar el control y vivir abrazando todo lo que pueda pasar? ¿Cómo sería vivir sin miedo?, aceptando todo lo que pueda ocurrir porque podría ser algo malo, pero también algo maravillosamente bueno.

Much@s de nosotr@s tenemos una gran necesidad de control, de saber lo que va a pasar mañana para poder estar preparad@s, de saber si algo puede salir mal para poder ponerle remedio, de saber qué puede pasar para tener previsto cómo podemos actuar. Queremos controlar todo lo que puede pasar para evitar ponernos en situaciones que no nos gusten o simplemente que nos estresen. ¿Y qué ocurre? pues que todo esto le quita espontaneidad a la vida y probablemente oportunidades para que nos sucedan cosas buenas, cosas de esas que no esperamos y que la vida simplemente nos quiere regalar.

Esta necesidad de control y de seguridad no se queda solamente en tratar de prevenir que algo malo pueda pasar, tratamos de evitar experiencias porque queremos evitar el error, más concretamente, queremos evitar el sufrimiento que este genera. No queremos sentirnos mal por intentar algo que no ha salido bien, no queremos fracasar, no queremos que los demás vean cómo fallamos y que por ejemplo comenten lo mal que nos va. Todo esto limita nuestro comportamiento, limita las experiencias que vivimos y lo que nos permitimos experimentar y recibir de la vida.

¿Por qué este miedo al error y al fracaso? pues por una parte porque la sociedad nos ha programado de esta manera, en el colegio el profesor marcaba en rojo en el examen los errores y nuestra misión era evitarlos a toda costa, cosa que aprendimos perfectamente y que en la vida adulta aplicamos muy bien. Queremos no fallar, no caernos y eso al final se convierte en no intentar, porque el error es consustancial a la vida, sin cometer errores no podríamos avanzar.

La sociedad es una parte importante de esa aversión al error, pero también lo son las heridas de nuestra niñez, heridas que nos acompañan en la vida adulta y que se activan ante determinadas situaciones. Quizás de pequeñ@s nos hacían ver muy a menudo que no hacíamos las cosas bien, o nos dijeron que no éramos lo suficientemente list@s, o que éramos torpes. Todos esos comentarios nos hicieron crearnos una imagen de nosotr@s mism@s, nos hicieron sentir que no somos suficientes y esa imagen ha navegado dentro de nosotr@s hasta la vida adulta. Quizás lo que te dijeron es que tu hermana era la guapa y que tú sobre todo eras simpática, o que tu hermano era muy inteligente porque sacaba sobresalientes y que tú tenías que esforzarte más. Todos estos comentarios en nuestra infancia nos llevaron a crearnos una imagen de nosotr@s mism@s, una imagen que nos llevó a empezar a decirnos que no éramos  lo suficientemente list@s, guap@s, hábiles o exitos@s, una imagen que se ha fijado en nuestro interior y que de adultos nos genera dolor. ¿Y qué pasa?, que de adultos tratamos de evitar ese dolor y lo que hacemos es evitar experiencias que toquen la herida.

Queremos evitar las situaciones que nos hacen sentir mal por lo que nos hicieron entender de niñ@s, que no somos buenos, que de alguna manera no somos suficientes. Así que empezamos a ser precavid@s, a protegernos del dolor. Empezamos a evitar ciertas situaciones o simplemente a controlar lo que vivimos para evitar que esas heridas se toquen. Así que si te hicieron entender que no eres muy list@, quizás cuando estés en un examen, te levantes y no lo presentes si consideras que no lo has hecho lo suficientemente bien. O puede ser que no te presentes a un concurso de cuentos, porque consideres que tus escritos no son lo suficientemente buenos o evites dejar un trabajo en el que te sientes infeliz porque consideras que no eres lo suficientemente buen@ para conseguir algo mejor.

Evitarás situaciones que puedan tocar tu herida, que te hagan sentir rechazad@, que te hagan sentir que no eres lo suficientemente list@. Pero lo que no estamos teniendo en cuenta es que quizás si te hubieses presentado al concurso de cuentos lo podrías haber ganado, y de ahí quizás una persona de una editorial podría seguir tu trabajo porque le ha parecido muy interesante y con el tiempo esa misma persona podría hacerte una propuesta para escribir un libro infantil. Quizás si te animases a dejar ese trabajo, una amig@ podría pensar que eres la persona perfecta para un puesto vacante en la empresa en la que ella está y resultar que es el trabajo que más feliz te ha hecho en tu vida. Atreverse a fracasar, atreverse a exponerse a situaciones que podrían tocar nuestras heridas, a veces es atreverse a iniciar caminos que conducen a la felicidad, a nuevas experiencias, a avanzar y a mejorar. Porque al evitar situaciones muchas veces lo que estamos haciendo es quedarnos estáticos en nuestra vida, es no avanzar, es no vivir.

¿Y si soltamos el control? y si nos atrevemos a hacer las cosas que tenemos en mente pero que no hacemos por miedo a fallar, y si iniciamos proyectos y si nos mudamos y si nos vamos de viaje. Si es algo que verdaderamente queremos demos un paso hacia delante, ¿Podría salir mal?, sí, ¿Podría salir bien? también, podría salir increíblemente bien y emocionarnos y hacernos sentir felices y dar paso a etapas que sean maravillosas.

¿Y si abrimos los brazos para acoger todas las cosas buenas que podrían pasar en nuestra vida? ¿Y si somos libres? ¿Y si vivimos sin miedo?

 

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